09 septiembre, 2007
Moderado aún en su hora histórica
Se trepó al escenario vestido de impecable traje gris. Apenas una media sonrisa. Como si otras fueran las circunstancias y otro el protagonista de aquella página en la historia. (La Nación - Sup. Enfoques)
Por Laura Serra
De la Redacción de LA NACION
Se trepó al escenario vestido de impecable traje gris. Apenas una media sonrisa. Como si otras fueran las circunstancias y otro el protagonista de aquella página en la historia. Abajo, en el salón, los cuerpos sudados por la emoción y el festejo lo recibieron con una ovación, pero ni el entusiasmo ni los cánticos lograron desbordarlo. Hermes Binner sorprendió a su gente con un saludo atípico: el retrato en alto del dirigente socialista Guillermo Estévez Boero, su mentor en la política.
Aunque duró unos pocos minutos, la escena pinta al personaje en cuerpo entero. Binner es un hombre que hace gala de la prolijidad y que rara vez deja traslucir sus emociones, aun en aquel domingo en el que quedó consagrado para la historia como el primer gobernador socialista de la Argentina. La hazaña de desterrar al justicialismo después de 24 años consecutivos de poder en Santa Fe podría haber descontrolado a cualquiera, salvo a este socialista de cuerpo y alma que hace de la moderación un estilo de hacer política.
Su tributo al fallecido dirigente santafecino Estévez Boero a la hora de los festejos refleja su profunda pertenencia al centenario partido que lideraron Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo. Binner abrazó su vocación por la política desde muy joven; tras su paso por el Colegio San José, de los Hermanos Maristas, fue al Colegio Nacional de su ciudad natal, Rafaela, donde formó parte del centro de estudiantes en pleno gobierno de Arturo Frondizi. Desde ese lugar protagonizó enardecidos debates por la educación laica y pública.
Aquellos días de juventud aún despiertan nostalgia en este hombre de 64 años, hincha de Atlético Rafaela, que elige los veraneos en Villa Gesell y disfruta de la ceremonia del asado, del mate y de la música clásica. Apodado por algunos "el Suizo" en alusión al origen de su familia, Binner lleva la filiación helvética no sólo en sus rasgos físicos, sino también en su estilo cuidado, reservado y apegado a las formas.
"Hermes es un hombre tranquilo, mesurado, de una simpleza que a veces asombra. Pero cuando debe serlo, también es frontal. Lo que uno ve en Binner es lo que realmente es; no le gusta ofrecer una imagen distinta", describe un dirigente socialista que lo conoce desde hace 30 años.
Claro que, para sus detractores, Binner llegó adonde llegó por ser dueño de un estilo ambiguo un tanto exasperante y poco afecto a las definiciones tajantes, lo que le permitió zigzaguear situaciones incómodas. Por caso, critica -siempre con moderación- la gestión de Néstor Kirchner, pero acalló las silbatinas en su contra, que estallaron en el búnker el día en que resultó electo gobernador. Ratifica que su partido apoyará la candidatura presidencial de Elisa Carrió, pero de ninguna manera él se mostrará junto a ella, a quien respeta como persona pero de quien desconfía como política.
Casado por segunda vez y padre de cinco hijos -el menor de todos, Emilio, de nueve años y rubio como él, lo acompaña a todos lados-, Binner siempre se mantuvo fronteras adentro de su provincia durante su trayectoria profesional y política, un aspecto que el santafecino valoró en el voto. Tras su paso por el Colegio Nacional, en 1961 comenzó su carrera de medicina en la Universidad Nacional de Rosario, donde militó en el Movimiento Nacional Reformista; eran años donde soplaban aires de revolución, pero Binner no se dejó seducir por ellos y, a los 18 años, decidió afiliarse al Partido Socialista, por entonces crítico del peronismo y opuesto a la violencia como método de acción política. Ya por entonces había conocido a Estévez Boero, estudiante de la Universidad del Litoral, quien se convertiría en su maestro y guía en la política.
El recuerda que su formación marxista fue amplia, humanista y enciclopédica como lo era entonces, que las primeras lecturas que lo marcaron fueron El ABC del socialismo , de Leo Huberman, y los Principios elementales de filosofía , el clásico de Georges Politzer.
En 1970 se recibió de médico. Se especializó en anestesiología y medicina del trabajo, una opción profesional en la que se veía reflejado ese apego por lo social que ya comenzaba a despuntar. Dos años más tarde, junto con Estévez Boero, fundaron el Partido Socialista Popular (PSP) en Unione y Benevolenza, en la Capital. Desde entonces, Binner recorrió un largo camino, en el que entrelazó su profesión de médico -fue director de hospitales públicos, el Neuropsiquiátrico y el Provincial Centenario- y su vocación política. Cuando en 1989 el socialismo logró su primer triunfo histórico en Rosario, Héctor Cavallero, el flamante intendente, convocó a Binner para ser secretario de Salud Pública, cargo que ocupó entre 1989 y 1993, cuando fue elegido concejal por el PSP.
Después, la política lo llevó cada vez más alto. En 1995 ganó la intendencia de Rosario y renovó mandato en 1999. Su gestión le cambió la cara a esta ciudad ribereña y lo proyectó para competir, en 2003, como candidato a gobernador de Santa Fe. Ganó, pero no ganó: la ley de lemas le otorgó el triunfo al justicialista Jorge Obeid. Tuvo que esperar cuatro años para que el socialismo tuviera su triunfo histórico.
¿Nace una nueva estrella en el firmamento nacional? Es posible, pero Binner sabe que primero debe mostrar gestión en su provincia. "Paso a paso", suele responder este hombre que, como en la célebre fábula, prefiere encarnar el papel de tortuga desafiando retos que parecen imposibles frente a la velocidad de la liebre.
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